Todo comenzó hace ya más de 300 años con Juan Domingo Saporito. Este noble genovés, afincado en el próspero Cádiz de finales del siglo XVII y principios del XVIII, decidió construir un canal que comunicara el caño de Sancti Petri con los terrenos de su propiedad. El objetivo era facilitar el transporte de mercancías que realizaban los candrays y los faluchos a través del gran caño.

El edificio del molino restaurado cuenta con la caldera y una zona de arcos y saetines realizados con sillares de piedra ostionera, muy característica de la zona.

El caño Zaporito fue un núcleo de gran actividad. Además del complejo industrial y comercial que suponía el molino de mareas, este espacio contó en diferentes momentos de su historia con un astillero y la actividad de carpintería de ribera. También fue embarcadero y zona de baños públicos.

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